lunes, 3 de junio de 2013

El chico de negro

Cuando salgo del trabajo a la hora de comer, si no tengo que comprar nada, suelo dirigirme a toda prisa a la parada del autobus que me lleva a casa.
Normalmente, si he salido a mi hora, suelo ver, cruzando la carretera, al mismo chico todos los días.

Es tan puntual que se ha convertido en mi reloj humano. No sólo pasa en el mismo momento clavado cada jornada, si no que hace exactamente el mismo recorrido: cruza, bordea la parada y atraviesa la calle que hay detrás hasta que le pierdo de vista. Jamás varía su ruta ni un centímetro.

Es un chico alto y delgado, de unos veintipocos años. Debe de ser "gótico" o de alguna tendencia oscura del Metal, porque va siempre, sea la época del año que sea, vestido completamente de negro. En verano, con camiseta de manga corta o de tirantes, en invierno, con jersey, cazadora o abrigo largo, pero de rigurosísimo luto.
Jamás le he visto los ojos, pues lleva unas gafas de sol permanentes, aunque esté oscuro o nublado.
Su cabello, del mismo tono de la ropa, es liso y largo, a la altura de los hombros, con la raya enmedio y luce perilla. Otras veces lo lloeva recogido.
Tiene un arete en la oreja derecha y a veces se adivina entre su ropa un colgante con cadena plateada.
No es que le mire fijamente, pero a fuerza de verle tan a menudo, "me lo he aprendido".

Su forma de caminar es muy peculiar; con amplias zancadas y sin apenas mover los brazos, que deja sueltos; colgando. Avanza con la cabeza erguida, aunque suele inclinar un poco la parte alta de la espalda.

Los días que le veo, sé que me dará tiempo a coger el autobus y que voy bien de hora. Si algun día me he retrasado y tengo que esperar el siguiente, le echo de menos.
Me pregunto si, dentro de muchos, muchos años, su fantasma seguirá recorriendo el mismo trecho, eternamente. Supongo que tendrá nombre, amigos, familiares, novia...pero para mí es sólo el chico de negro de las 13:35.

**A veces pienso que no es real.**

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