Al igual que ocurre en las películas, en el comic hay también determinadas escenas que nos impactan especialmente ya sea por su fuerza expresiva, humor o dramatismo.
Una de ellas, entre otras muchas, se encuentra en uno de mis mangas favoritos.
Me refiero al absolutamente genial "Gunm", mal llamado "Alita, Ángel de Combate" en Estados Unidos, ya que el editor norteamericano pensaba que el título original era impronunciable y ya de paso aprovecharó para cambiar todos los nombres que quiso.
Gunm está constituido por varias partes, que engloban diferentes etapas de la vida de la protagonista, Gally, una mujer cyborg hallada por un médico en un vertedero, amnésica, y que se dedicará a recorrer su propio camino en busca de su identidad olvidada. En su cruzada hacia su verdadero yo, y por medio del combate cuerpo a cuerpo, irá topándose con personajes increíbles e inolvidables en un mundo "cyberpunk" magníficamente recreado. Este es uno de esos raros mangas en que ninguna de sus partes decae; todas tienen la misma fuerza. Lleno de acción y violencia, no se queda en eso; es también un manga emocionante y tremendamente emotivo y ante todo, una gran fábula acerca de la condición humana, cargada de mensajes profundos. Esto último es lo que en mi modesta opinión, lo convierte en una obra maestra; uno de esos mangas que te apetece volver a leer de cuando en cuando. El autor, Yukito Kishiro, está inmerso ahora en una segunda parte, "Last Order", que por desgracia no tiene ni la frescura, ni la fuerza del Gunm de siempre; me quedo con el viejo manga de 1990.
Gunm está lleno de momentos que dejan huella, pero a mí hay uno en concreto que siempre me ha marcado de manera especial; el del tiovivo.
En el décimo y último tomo de la primera edición, nos encontramos a Kaos, ese chico albino, frágil y de ideas revolucionarias, que tras conocer a Gally y enamorarse de ella, abandona su habitual cobardía y decide enfrentarse a su padre, el científico loco e irónico, Desty Nova que siempre lo ha tenido dominado.
Este le recibe en su parque de atracciones particular...
(Sentido de lectura occidental)
Una de ellas, entre otras muchas, se encuentra en uno de mis mangas favoritos.
Me refiero al absolutamente genial "Gunm", mal llamado "Alita, Ángel de Combate" en Estados Unidos, ya que el editor norteamericano pensaba que el título original era impronunciable y ya de paso aprovecharó para cambiar todos los nombres que quiso.
Gunm está constituido por varias partes, que engloban diferentes etapas de la vida de la protagonista, Gally, una mujer cyborg hallada por un médico en un vertedero, amnésica, y que se dedicará a recorrer su propio camino en busca de su identidad olvidada. En su cruzada hacia su verdadero yo, y por medio del combate cuerpo a cuerpo, irá topándose con personajes increíbles e inolvidables en un mundo "cyberpunk" magníficamente recreado. Este es uno de esos raros mangas en que ninguna de sus partes decae; todas tienen la misma fuerza. Lleno de acción y violencia, no se queda en eso; es también un manga emocionante y tremendamente emotivo y ante todo, una gran fábula acerca de la condición humana, cargada de mensajes profundos. Esto último es lo que en mi modesta opinión, lo convierte en una obra maestra; uno de esos mangas que te apetece volver a leer de cuando en cuando. El autor, Yukito Kishiro, está inmerso ahora en una segunda parte, "Last Order", que por desgracia no tiene ni la frescura, ni la fuerza del Gunm de siempre; me quedo con el viejo manga de 1990.
Gunm está lleno de momentos que dejan huella, pero a mí hay uno en concreto que siempre me ha marcado de manera especial; el del tiovivo.
En el décimo y último tomo de la primera edición, nos encontramos a Kaos, ese chico albino, frágil y de ideas revolucionarias, que tras conocer a Gally y enamorarse de ella, abandona su habitual cobardía y decide enfrentarse a su padre, el científico loco e irónico, Desty Nova que siempre lo ha tenido dominado.
Este le recibe en su parque de atracciones particular...
(Sentido de lectura occidental)
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