Ya había estado en Berlín hace unos años. Como me dejó muy buena impresión, hace algun tiempo regresé de nuevo.
Quisiera compartir aquí mis recuerdos de aquél viaje.
Si me preguntáis si Berlín es una ciudad bonita, os diré que bonita, lo que se dice bonita, no es. Es interesante en muchos aspectos, atractiva, muy especial. Pero para ciudades bonitas alemanas están Munich, Nuremberg, Friburgo... que parecen sacadas de un cuento de Grimm.
Berlín es mucho más urbana y si tuviera que definirla con un adjetivo diría que es...camaleónica.
Porque tiene muchos aspectos y cambia constantemente, está en permamente proceso de transformación.
LA CIUDAD DE LAS MIL CARAS.
La guerra la devastó más que a ninguna otra ciudad europea. 60 años después, todavía se ven edificios ennegrecidos, esculturas mutiladas por los bombardeos y huellas de metralla en algunos muros. Las obras de reconstrucción y construcción nueva no cesan.
En mi primer viaje había algunas que ahora ya han finalizado, pero esta vez he encontrado andamios nuevos.
Los edificios de la última vanguardia (sobre todo institucionales o empresariales) se mezclan con las casas monótonas, simples y frías del ex-bloque soviético, con los edificios cutres y llenos de pintadas de los barrios más alternativos y con una arquitectura neoclásica pomposa y monumental, con aires de grandeza que da idea de un esplendor pasado que Berlín quizás no recupere nunca.
Y por extraño que parezca, todo esto puede convivir en una cierta armonía.
La ciudad continua en proceso de reconstrucción. Las obras no cesan.
La sede de la Filarmónica de Berlín. Un edificio de vanguardia que cuenta con una de las mejores acústicas del mundo.
Rascacielos diseñados por los arquitectos más innovadores, en Postdammerplatz. (Por la noche están espectaculamente iluminados). También podéis ver en la foto una reproducción del primer semáforo que existió en Europa. Lo manejaban unos operarios en la torreta.
Barrios chungos habitados por bohemios y okupas.
Típico bloque de casas comunistas. El cochecito que se ve en lo alto es un Trabi, que era el vehículo barato y más apreciado por los alemanes del Este.
El casco viejo de Berlín, con los edificios que quedaron en pie o que han sido reconstruidos, rememora un pasado glorioso hecho añicos por la guerra.
Exceptuando los modernísimos rascacielos de la Postdammerplatz, la ciudad no tiene edificios de gran altura. Gran parte de su extensión la ocupan parques y bosques, siendo una de las capitales más respirables del mundo. Bañada por el Spree, un afluente del Rin, es totalmente plana. No hay una suela cuesta.
Siendo bastante mayor en extensión que Madrid tiene casi la mitad de habitantes, por lo que no existen los tremendos problemas de tráfico que sufrimos en Madrid o Barcelona, ni se ven las calles tan abarrotadas de gente. No es tan bulliciosa como las grandes ciudades españolas y considerablemente más segura.
Desde el cielo, Berlín se ve como un núcleo urbano rodeado de una oscura espesura. En sus grandes jardines y bosques hay zonas habilitadas para acampar y hacer barbacoa.
Toda la ciudad cuenta con un carril especial para bicicletas, que son las reinas de Berlín. Se ven muchísimas y como todo el mundo sabe que en ese carril las bicis tienen prioridad absoluta (y van a toda velocidad) tienen cuidado de no invadirlo sin mirar. Todo lo contrario de lo que sucede en España.
Hay bicis por todas partes. Con asiento para bebé, con accesorio para guardas cosas, con cesta para el perro... La gente come, bebe o coge el paraguas con una
mano mientras sujeta el manillar con la otra. En muchas zonas las alquilan.
BERLIN ORIENTAL
Aunque el muro cayó hace ya veinte años, aún se siente con fuerza que hay un Este y un Oeste. La huella del comunismo soviético es muy fuerte. No sólo en la arquitectura, si no también por ejemplo, en los tranvías, que aún circulan por el sector oriental, los semáforos con el famoso muñequito "Ampelmann" (Hombre del semáforo) o algunos monumentos construidos por los rusos. Una doble fila de adoquines marca el recorrido que hacía el muro y aún se pueden ver trozos de este por algunas zonas. En las tiendas de souvenirs venden pedazos, con certificado de autenticidad. ¡Algunos, más grandes, cuestan un dineral!
Se siente algo extraño cuando piensas lo facil que resulta hoy pasar de un lado a otro de ese muro que costó la vida a tantas personas que intentaron franquearlo.
Ha crecido la hierba y tienen un aspecto abandonado, pero aún pueden verse restos del muro.
El "Checkpoint Charlie", por donde había que pasar para cruzar la frontera entre las dos Alemanias. La garita sigue ahí, pero ahora los guardias son estudiantes de teatro que se sacan unas perrillas haciéndose fotos con los turistas. También hay puestos donde te hacen pases como los de la época.
Típico mural propagandístico de la época comunista.
Monumento a Marx y Engels, cerca del Ayuntamiento Rojo.
Monumento en memoria de los soldados rusos caídos en Berlín. Está flanqueado por tanques y cañones auténticos. Nos sorprendió que no tuviera ni una pintada, ni un chicle pegado o que no se hubieran llevado medio tanque para vender chatarra.
LOS JUDÍOS
Aparte de la presencia del Este, y a pesar de todo lo que sucedió en tiempos de los nazis, Berlín sigue mostrando su faceta judía. Hay un museo Judío, centro de Estudios Judíos, La imponente Nueva Sinagoga y un monumento dedicado al Exilio.
La Nueva Sinagoga. Su cúpula dorada es preciosa.
El monumento al Exilio invita a la reflexión sobre el Holocausto y con su laberinto de monolitos de varias alturas y sus calles onduladas, trata de expresar la angustia de los judíos que debieron huir del país. Es toda una experiencia pasear por su interior.
PRUSIA
Y después está el espíritu prusiano. Berlín ha sido durante siglos la capital del reino de Prusia. Aunque esta nación ya no existe, hay banderitas en muchas tiendas y se aprecia una increíble adoración a Federico el Grande, alias "viejo Fritz" que convirtió a Prusia en una potencia europea capaz de rivalizar con Francia o Rusia.
En las tiendas de recuerdos hay libros, fotos, postales y bustos de todos los tamaños (incluso gigantes) con la efigie del monarca y sus parientes.
Por una razón u otra, pasamos todos los días varias veces junto a esta estatua ecuestre en honor del Viejo Fritz.
Monumento en honor de Bismarck, el ministro prusiano que promovió la unificación de los estados alemanes que dio lugar al nacimiento del Segundo Reich.
CONTINUARÁ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario