-Viaje realizado en verano de 2011-
Tenía mucho mono de Italia.
Nunca había estado en este país y sentía mucha curiosidad. Había oído maravillas sobre Roma, así que viajé con unas expectativas bastante altas. Para mí, este viaje ha sido una gran experiencia. A mis compañeros de aventuras no les gustó demasiado, pero yo sí he regresé muy satisfecha.
Roma merece la pena.
Pero reconozco que es una ciudad muy sobrevalorada y hay muchos aspectos negativos que, si te pillan desprevenido, pueden dejarte un mal recuerdo. Conociéndolos de antemano se pueden evitar en gran medida, así que, si pensais viajar a la capital italiana, esta crónica puede ser bastante util. He regresado a Madrid apreciando mucho más mi ciudad y lamentando que los españoles sepamos vender tan mal lo nuestro cuando en muchos casos no tenemos nada que envidiar a otros lugares de más renombre internacional.
El Coliseo de noche.
Tenía mucho mono de Italia.
Nunca había estado en este país y sentía mucha curiosidad. Había oído maravillas sobre Roma, así que viajé con unas expectativas bastante altas. Para mí, este viaje ha sido una gran experiencia. A mis compañeros de aventuras no les gustó demasiado, pero yo sí he regresé muy satisfecha.
Roma merece la pena.
Pero reconozco que es una ciudad muy sobrevalorada y hay muchos aspectos negativos que, si te pillan desprevenido, pueden dejarte un mal recuerdo. Conociéndolos de antemano se pueden evitar en gran medida, así que, si pensais viajar a la capital italiana, esta crónica puede ser bastante util. He regresado a Madrid apreciando mucho más mi ciudad y lamentando que los españoles sepamos vender tan mal lo nuestro cuando en muchos casos no tenemos nada que envidiar a otros lugares de más renombre internacional.
El Coliseo de noche.
Lo bueno
-Al igual que me sucedió cuando estuve en Portugal, Italia es un país donde me resultó muy facil sentirme como en casa, donde a veces me olvidaba de que estaba en el extranjero. Mi conocimiento de la lengua italiana es muy básico. Le puse algo de inventiva y mucha intuición, y fue más que suficiente para manejarnos.
Además, incluso cuando hablábamos en castellano, nos entendían sin dificultad. La gente que te encuentras por la calle es muy simpática y servicial. Nos ayudaron mucho con el transporte, aunque a la hora de dar indicaciones nos dio la impresión de que no conocían demasiado su propia ciudad, pues tenían que hacer un gran esfuerzo para recordar, pero eso sí, ponían empeño.
-Nunca en mi vida he visto tanto hombre guapo y bien cuidado por kilómetro cuadrado, sin importar la edad. Las mujeres no son guapas también, pero ellos llaman más la atención. La mayoría son altos y delgados y predominan los morenos de ojos azules o verdes. Casi sin excepción van impecablemente vestidos, con trajes o camisas entalladas. Muchos llevan las cejas arregladas y van dejando un rastro de perfume. Cuando los miras, no sólo te devuelven la mirada, si no que la mantienen mientras te sonríen, al contrario que en Praga, donde era muy raro que te miraran a los ojos. Desde los carabinieri hasta los barrenderos, los romanos nos alegraron permanentemente la vista.
-Los helados son una verdadera delicia, dulces en su justa medida y muy cremosos. Junto a nuestro hotel había una pizzería con horno de leña y nos volvimos adictos a esas pizzas grandes de masa fina y cargadas de ingredientes que llegan hasta el mismo borde. Y en las tiendas vimos variedades de pasta de todos los tipos y colores.
Gelati...Mmmmmmmmm.
Pasta de todos los tipos imaginables. No compré porque íbamos en avión.
Pasta porno...
Calamari alla romana. Auténticos.
-Todo es muy amplio y monumental. Hay edificios de todas las épocas y ruinas y excavaciones por donde mires. Tanto es así que es facil encontrar fragmentos de frisos o columnas de los tiempos de la antigua Roma en cualquier rincón tirados por la calle. Incluso algunos transeuntes los usan como asiento.
-Roma atesora tantas joyas de inmenso valor histórico y artístico que es difícil de asimilar. Ya sólo por eso está más que justificado visitarla, si es que te interesan el arte y la Historia, claro.
Piazza del Popolo. Inmensa... Y con el sol dándole de pleno y sin apenas sombra para resguardarse.
Las ruinas del antiguo Foro, donde los ciudadanos intercambiaban opiniones mucho antes de que existieran los foros de internet.
Restos arqueológicos donde mirases.
Tuvimos que descartar algunos importantísimos museos porque llegó en un momento en que tras contemplar tanta pintura y escultura magníficas llegamos a saturarnos y ya éramos incapaces de apreciar nada más. Es como si uno no pudiera asumir tantas cosas bellas y se colapsara. No sólo las obras que vimos son una maravilla, si no que muchas de ellas se encuentran en perfecto estado de conservación o maravillosamente restauradas. Además, algo que me impactó es que los palacios y galerías donde se exponen son también bellísimos. No puede haber mejor lugar para exponerlas.
Las esculturas de Bernini en las preciosas salas de la Villa Borghese me impresinaron tantísimo que se me saltaron las lágrimas. La piedra parecía viva y el lugar donde se encontraban armonizaba perfectamente con ellas.
Laoconte y sus hijos. Una obra maestra del estilo helenístico.
El Apolo de Belvedere. Sólo me di cuenta de que lo había visto cuando revisé las fotos, porque tras contemplar tantas maravillas, en un momento dado te desbordas y no eres capaz de procesar nada más.
La entrada del Panteón. Un edificio gigantesco. Es una capilla y contiene las tumbas de los reyes tras la Unificación.
-Nuestro hotel, de 2 estrellas, estaba siendo reformado para subir de categoría, así que, aunque tenía andamios en la fachada y mobiliario viejo, resultó cómodo y bastante limpio. El aire acondicionado fue toda una bendición, nos ayudó a dormir como troncos y el buffet del desayuno no estaba nada mal. Lo mejor es que estaba muy bien comunicado con el centro.
-Los tres grandes aciertos de nuestra preparación de este viaje fueron contratar un transfer (taxi con precio fijo para llevarnos del aeropuerto al hotel y viceversa), reservar las entradas para los museos Vaticanos por internet y comprar la "Roma Pass" en el mostrador de información turística del aeropuerto. Esta tarjeta válida para tres días te permite utilizar todos los medios de transporte, visitar los dos primeros monumentos o museos sin tener que pagar y te proporcina descuentos en muchas otras visitas. Pero lo mejor de todo es que NO TIENES QUE HACER COLA. Fue un gustazo ponerse delante de las inmensas hileras de gente nada más llegar.
Nos quedaron cosas por ver, pero aprovechamos mucho el tiempo, puede decirse que sacamos buen jugo a estos cuatro días y medio.
Lo malo.
-Caloooooooooor, muchísimo calor. No viajeis a Roma en verano. No suelo sudar mucho, pero os aseguro que estos días he sudado incluso por zonas del cuerpo donde no sabía que se pudiera hacer. Un sol inclemente y un bochorno pegajoso fueron una auténtica tortura. Como las calles y las plazas son anchas y despejadas y prácticamente todos los árboles son pinos muy altos o cipreses, no dan apenas sombra. Llegamos a temer que nos diera una insolación. Por suerte, el sol se pone una hora antes que en España, por lo que, al menos por la noche, se podía respirar.
Ocaso romano. Al ponerse el sol el calorazo daba un poco de tregua.
-Los pakistanís pesadísimos que rodean el Coliseo y que te persiguen como moscas cojoneras para que les compres pañuelos o sombrillas. ¡Son una pesadilla! Apenas hay inmigrantes en Roma, pero estos son molestísimos. Sé que intentan ganarse la vida, pero es un acoso, incluso te persiguen.
-Los italianos están orgullosos del aspecto vetusto de su ciudad. Piensan que una fachada con manchas y la pintura descascarillada, las ventanas desvencijadas o las carreteras de empedrado tienen un encanto decadente....
Pero a mí me pareció una ciudad descuidada que se cae a trozos. Vieja casi hasta la ruina, deteriorada, sucia, con aceras peligrosísimas, llenas de baches, losas desplazadas y socavones y carreteras rompe-neumáticos que te hacen ir dando brincos cuando viajas en autobús. Me dio la impresión de que la palabra "mantenimiento" no entra en el vocabulario de los italianos y desde luego, el alcalde debe de gastar en otra cosa su presupuesto. Sólo hay edificios altos en las afueras y estoy segura de que no han construido nada en décadas. Una pena, porque con los edificios y las calles mejor conservados, el aspecto de la capital sería muchísimo más atractivo.
Estado normal de las fachadas en Roma. El suelo destrozó los pies a una de mis compañeras.
Paredes sucias y bolsas de basura en la calle, algo que vimos constantemente. ¿no hay contenedores?
-Los españoles tenemos fama de vagos y poco trabajadores, pero os aseguro que lo de los romanos es alarmante. Como dije, la gente es amable...excepto cuando está trabajando.
El trato al cliente es el peor que he sufrido en mi vida. En lugar de alegrarse, parece que les molesta tener que hacer el esfuerzo de atenderte. Son pasotas hasta decir basta y no disimulan su desgana. En el aeropuerto, a la vuelta, la azafata de facturación me dio una tarjeta de embarque con un nombre que no era el mío. cuando se lo hice ver, ¡me dijo que no importaba! Tuve que insistir a una de sus compañeras porque me ignoraba.
En una de las terrazas en que nos sentamos a tomar algo, nosotros y varios turistas más, que cruzamos miradas de asombro, vimos cómo a un camarero se le caía un cubierto al suelo (un suelo lleno de porquería) y sin molestarse en disimular, lo recogía, lo repasaba ligeramente con el delantal y lo volvía a colocar en la mesa.
La mayoría de los restaurantes y bares están viejos y sucios. Cambian el mantel de papel que cubre la mesa, pero el de tela que está debajo se ve lleno de lamparones...
En una tienda de comics no nos dejaron entrar porque quedaba poco para el cierre...¡Pero aún no era la hora!
También vimos policías oyendo música o mirando fotos en el movil en vez de estar a lo que tenían que estar...
Vimos algunos mítines y campañas políticas.
También hay quejas estudiantiles. Esto es la puerta de la universidad.
-Pero lo que más nos irritó, lo que nos dejó peor impresión de Roma es el descaro con que despluman a los turistas. Roma es como un gran escaparate turístico, una especie de parque temático. Me da que sus habitantes hacen vida en los barrios menos cercanos al centro, pues apenas vimos cines, teatros, tiendas de artículos de primera necesidad o restaurantes que no fueran para extranjeros.
En el hotel nos cobraron un importante "suplemento de pernoctación" y en todos los restaurantes y bares te cobran más de lo que marca la carta de precios. Unas veces por "servicio", otras por "cubierto" y otras por sentarte en la terraza, cuando muchos de los locales no tienen otra opción porque ni si quiera hay barra.
En la pizzería junto al hotel, la primera noche, cuando pedimos la cuenta nos trajeron una hoja de libreta con la cifra del total escrita a bolígrafo... Sólo tras mucho insistir nos mostraron una nota más elaborada en la que aparecía el detalle de lo que consumimos y un suplemento por "cubierto", de 4,50€, que por cierto, no nos volvieron a incluir las otras veces que fuimos, por lo que nos dio la impresión de que era algo bastante arbitrario.
Y en una cafetería, la carta marcaba a 3€ el precio de una Coca Cola, pero nos cobraron ¡5'50€!
La mayoría de los locales para tomar algo o comer son caros y sirven productos de mala calidad. Ya pensábamos que nos iríamos de Roma sin probar buena pasta, lasaña o un risotto en condiciones, pero por suerte, hicimos caso a las recomendaciones de la guía que traía uno de mis amigos y encontramos un par de sitios muy agradables con buena relación calidad-precio (y sin suplementos). Eso sí, algo más alejados de la zona turística; tuvimos que callejear.
La Piazza di Spagna...No le vi nada especial, sólo muuuchas escaleras y una fuente bastante fea.
En resumidas cuentas, Roma mejor en primavera u otoño. Reservad previamente taxis y entradas al Vaticano y comprad la "Roma Pass". No entreis para comer o beber en locales cercanos a los grandes puntos de interés, llevad una lista con restaurantes recomendados que tengan buenas referencias. Id bien provistos de dinero, porque os van a atracar a mano armada con los precios. Y programad las visitas a monumentos y museos compaginándolas con otras actividades diferentes para no saturaros y poder apreciar el valor de las obras de arte en su justa medida.
La Fontana di Trevi de noche. Tiramos la monedita, por supuesto. (Dicen que lo que se recoge se destina a fines benéficos).
El sol poniéndose sobre el Tíber.
Continuará....
-Al igual que me sucedió cuando estuve en Portugal, Italia es un país donde me resultó muy facil sentirme como en casa, donde a veces me olvidaba de que estaba en el extranjero. Mi conocimiento de la lengua italiana es muy básico. Le puse algo de inventiva y mucha intuición, y fue más que suficiente para manejarnos.
Además, incluso cuando hablábamos en castellano, nos entendían sin dificultad. La gente que te encuentras por la calle es muy simpática y servicial. Nos ayudaron mucho con el transporte, aunque a la hora de dar indicaciones nos dio la impresión de que no conocían demasiado su propia ciudad, pues tenían que hacer un gran esfuerzo para recordar, pero eso sí, ponían empeño.
-Nunca en mi vida he visto tanto hombre guapo y bien cuidado por kilómetro cuadrado, sin importar la edad. Las mujeres no son guapas también, pero ellos llaman más la atención. La mayoría son altos y delgados y predominan los morenos de ojos azules o verdes. Casi sin excepción van impecablemente vestidos, con trajes o camisas entalladas. Muchos llevan las cejas arregladas y van dejando un rastro de perfume. Cuando los miras, no sólo te devuelven la mirada, si no que la mantienen mientras te sonríen, al contrario que en Praga, donde era muy raro que te miraran a los ojos. Desde los carabinieri hasta los barrenderos, los romanos nos alegraron permanentemente la vista.
-Los helados son una verdadera delicia, dulces en su justa medida y muy cremosos. Junto a nuestro hotel había una pizzería con horno de leña y nos volvimos adictos a esas pizzas grandes de masa fina y cargadas de ingredientes que llegan hasta el mismo borde. Y en las tiendas vimos variedades de pasta de todos los tipos y colores.
Gelati...Mmmmmmmmm.
Pasta de todos los tipos imaginables. No compré porque íbamos en avión.
Pasta porno...
Calamari alla romana. Auténticos.
-Todo es muy amplio y monumental. Hay edificios de todas las épocas y ruinas y excavaciones por donde mires. Tanto es así que es facil encontrar fragmentos de frisos o columnas de los tiempos de la antigua Roma en cualquier rincón tirados por la calle. Incluso algunos transeuntes los usan como asiento.
-Roma atesora tantas joyas de inmenso valor histórico y artístico que es difícil de asimilar. Ya sólo por eso está más que justificado visitarla, si es que te interesan el arte y la Historia, claro.
Piazza del Popolo. Inmensa... Y con el sol dándole de pleno y sin apenas sombra para resguardarse.
Las ruinas del antiguo Foro, donde los ciudadanos intercambiaban opiniones mucho antes de que existieran los foros de internet.
Restos arqueológicos donde mirases.
Tuvimos que descartar algunos importantísimos museos porque llegó en un momento en que tras contemplar tanta pintura y escultura magníficas llegamos a saturarnos y ya éramos incapaces de apreciar nada más. Es como si uno no pudiera asumir tantas cosas bellas y se colapsara. No sólo las obras que vimos son una maravilla, si no que muchas de ellas se encuentran en perfecto estado de conservación o maravillosamente restauradas. Además, algo que me impactó es que los palacios y galerías donde se exponen son también bellísimos. No puede haber mejor lugar para exponerlas.
Las esculturas de Bernini en las preciosas salas de la Villa Borghese me impresinaron tantísimo que se me saltaron las lágrimas. La piedra parecía viva y el lugar donde se encontraban armonizaba perfectamente con ellas.
Laoconte y sus hijos. Una obra maestra del estilo helenístico.
El Apolo de Belvedere. Sólo me di cuenta de que lo había visto cuando revisé las fotos, porque tras contemplar tantas maravillas, en un momento dado te desbordas y no eres capaz de procesar nada más.
La entrada del Panteón. Un edificio gigantesco. Es una capilla y contiene las tumbas de los reyes tras la Unificación.
-Nuestro hotel, de 2 estrellas, estaba siendo reformado para subir de categoría, así que, aunque tenía andamios en la fachada y mobiliario viejo, resultó cómodo y bastante limpio. El aire acondicionado fue toda una bendición, nos ayudó a dormir como troncos y el buffet del desayuno no estaba nada mal. Lo mejor es que estaba muy bien comunicado con el centro.
-Los tres grandes aciertos de nuestra preparación de este viaje fueron contratar un transfer (taxi con precio fijo para llevarnos del aeropuerto al hotel y viceversa), reservar las entradas para los museos Vaticanos por internet y comprar la "Roma Pass" en el mostrador de información turística del aeropuerto. Esta tarjeta válida para tres días te permite utilizar todos los medios de transporte, visitar los dos primeros monumentos o museos sin tener que pagar y te proporcina descuentos en muchas otras visitas. Pero lo mejor de todo es que NO TIENES QUE HACER COLA. Fue un gustazo ponerse delante de las inmensas hileras de gente nada más llegar.
Nos quedaron cosas por ver, pero aprovechamos mucho el tiempo, puede decirse que sacamos buen jugo a estos cuatro días y medio.
Lo malo.
-Caloooooooooor, muchísimo calor. No viajeis a Roma en verano. No suelo sudar mucho, pero os aseguro que estos días he sudado incluso por zonas del cuerpo donde no sabía que se pudiera hacer. Un sol inclemente y un bochorno pegajoso fueron una auténtica tortura. Como las calles y las plazas son anchas y despejadas y prácticamente todos los árboles son pinos muy altos o cipreses, no dan apenas sombra. Llegamos a temer que nos diera una insolación. Por suerte, el sol se pone una hora antes que en España, por lo que, al menos por la noche, se podía respirar.
Ocaso romano. Al ponerse el sol el calorazo daba un poco de tregua.
-Los pakistanís pesadísimos que rodean el Coliseo y que te persiguen como moscas cojoneras para que les compres pañuelos o sombrillas. ¡Son una pesadilla! Apenas hay inmigrantes en Roma, pero estos son molestísimos. Sé que intentan ganarse la vida, pero es un acoso, incluso te persiguen.
-Los italianos están orgullosos del aspecto vetusto de su ciudad. Piensan que una fachada con manchas y la pintura descascarillada, las ventanas desvencijadas o las carreteras de empedrado tienen un encanto decadente....
Pero a mí me pareció una ciudad descuidada que se cae a trozos. Vieja casi hasta la ruina, deteriorada, sucia, con aceras peligrosísimas, llenas de baches, losas desplazadas y socavones y carreteras rompe-neumáticos que te hacen ir dando brincos cuando viajas en autobús. Me dio la impresión de que la palabra "mantenimiento" no entra en el vocabulario de los italianos y desde luego, el alcalde debe de gastar en otra cosa su presupuesto. Sólo hay edificios altos en las afueras y estoy segura de que no han construido nada en décadas. Una pena, porque con los edificios y las calles mejor conservados, el aspecto de la capital sería muchísimo más atractivo.
Estado normal de las fachadas en Roma. El suelo destrozó los pies a una de mis compañeras.
Paredes sucias y bolsas de basura en la calle, algo que vimos constantemente. ¿no hay contenedores?
-Los españoles tenemos fama de vagos y poco trabajadores, pero os aseguro que lo de los romanos es alarmante. Como dije, la gente es amable...excepto cuando está trabajando.
El trato al cliente es el peor que he sufrido en mi vida. En lugar de alegrarse, parece que les molesta tener que hacer el esfuerzo de atenderte. Son pasotas hasta decir basta y no disimulan su desgana. En el aeropuerto, a la vuelta, la azafata de facturación me dio una tarjeta de embarque con un nombre que no era el mío. cuando se lo hice ver, ¡me dijo que no importaba! Tuve que insistir a una de sus compañeras porque me ignoraba.
En una de las terrazas en que nos sentamos a tomar algo, nosotros y varios turistas más, que cruzamos miradas de asombro, vimos cómo a un camarero se le caía un cubierto al suelo (un suelo lleno de porquería) y sin molestarse en disimular, lo recogía, lo repasaba ligeramente con el delantal y lo volvía a colocar en la mesa.
La mayoría de los restaurantes y bares están viejos y sucios. Cambian el mantel de papel que cubre la mesa, pero el de tela que está debajo se ve lleno de lamparones...
En una tienda de comics no nos dejaron entrar porque quedaba poco para el cierre...¡Pero aún no era la hora!
También vimos policías oyendo música o mirando fotos en el movil en vez de estar a lo que tenían que estar...
Vimos algunos mítines y campañas políticas.
También hay quejas estudiantiles. Esto es la puerta de la universidad.
-Pero lo que más nos irritó, lo que nos dejó peor impresión de Roma es el descaro con que despluman a los turistas. Roma es como un gran escaparate turístico, una especie de parque temático. Me da que sus habitantes hacen vida en los barrios menos cercanos al centro, pues apenas vimos cines, teatros, tiendas de artículos de primera necesidad o restaurantes que no fueran para extranjeros.
En el hotel nos cobraron un importante "suplemento de pernoctación" y en todos los restaurantes y bares te cobran más de lo que marca la carta de precios. Unas veces por "servicio", otras por "cubierto" y otras por sentarte en la terraza, cuando muchos de los locales no tienen otra opción porque ni si quiera hay barra.
En la pizzería junto al hotel, la primera noche, cuando pedimos la cuenta nos trajeron una hoja de libreta con la cifra del total escrita a bolígrafo... Sólo tras mucho insistir nos mostraron una nota más elaborada en la que aparecía el detalle de lo que consumimos y un suplemento por "cubierto", de 4,50€, que por cierto, no nos volvieron a incluir las otras veces que fuimos, por lo que nos dio la impresión de que era algo bastante arbitrario.
Y en una cafetería, la carta marcaba a 3€ el precio de una Coca Cola, pero nos cobraron ¡5'50€!
La mayoría de los locales para tomar algo o comer son caros y sirven productos de mala calidad. Ya pensábamos que nos iríamos de Roma sin probar buena pasta, lasaña o un risotto en condiciones, pero por suerte, hicimos caso a las recomendaciones de la guía que traía uno de mis amigos y encontramos un par de sitios muy agradables con buena relación calidad-precio (y sin suplementos). Eso sí, algo más alejados de la zona turística; tuvimos que callejear.
La Piazza di Spagna...No le vi nada especial, sólo muuuchas escaleras y una fuente bastante fea.
En resumidas cuentas, Roma mejor en primavera u otoño. Reservad previamente taxis y entradas al Vaticano y comprad la "Roma Pass". No entreis para comer o beber en locales cercanos a los grandes puntos de interés, llevad una lista con restaurantes recomendados que tengan buenas referencias. Id bien provistos de dinero, porque os van a atracar a mano armada con los precios. Y programad las visitas a monumentos y museos compaginándolas con otras actividades diferentes para no saturaros y poder apreciar el valor de las obras de arte en su justa medida.
La Fontana di Trevi de noche. Tiramos la monedita, por supuesto. (Dicen que lo que se recoge se destina a fines benéficos).
El sol poniéndose sobre el Tíber.
Continuará....
Es muy cierto, y en muchos lugares turísticos del mundo, te tratan de cobrar extra por ser turista o visitante...
ResponderEliminarGracias por el consejo sobre el calor, estaba pensando en ir por allá en mis vacaciones, pero ya lo descarté.
asistencia al viajero
Saludos
De nada, me alegro de que mis experiencias te hayan sido útiles.Roma merece mucho la pena, pero sí, mejor en otra época del año.
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