Richard Widmark ha sido desde siempre y aún es, uno de mis actores favoritos.
Cuando falleció en 2008 a la respetable edad de 93 años, ya retirado desde hacía tiempo, lo lamenté mucho; me gustaba saber que seguía viva una de las pocas leyendas que aún nos quedaban de la época de oro de Hollywood.
Hace sólo unos meses, compré una de sus grandes películas, editada en DVD: Lanza Rota; un western sobre cuatro hermanos tratados con mano dura por un padre tiránico. Cuando este muere, sus hijos terminan enfrentándose entre sí, dando rienda suelta a sus avaricias, viejos odios y envidias.
Él interpretaba al hermano mayor, aquel con el que el padre se ensañaba más.
Hubo un tiempo en que veía cualquier película en la que apareciese Widmark, dándome igual el tema o el papel que interpretase, porque era sinónimo de buenhacer, toda una garantía.
Richard nunca fue un ídolo ni una de esas grandes estrellas que todo el mundo menciona, pero su indiscutible calidad como actor le convirtió, desde el principio de su carrera, en alguien muy respetado. Más feo que pegarle a un padre con un calcetín sudado, pero con un físico muy peculiar, que explotaba en sus papeles, tenía mucho magnetismo, un gesto picarón y una gran habilidad para hacer a sus personajes creíbles, reales.
Nunca sobreactuaba para demostrar sus cualidades, por el contrario, todo resultaba muy natural, como si interpretar fuera tan facil como la vida misma. Es algo que siempre he admirado en los grandes artistas; su capacidad para hacer que lo difícil parezca sencillo. Por eso nunca me han gustado los actores histriónicos ni los cantantes que tienen que gritar para demostrar que tienen mucha voz.
Aunque fue un villano genial, no se encasilló, y supo encarnar también a todo tipo de individuos, desde los más crueles a los más íntegros. Lo hemos visto en cientos de pelis de guerra, en westerns y en films de cine negro. En estos viejos thrillers era donde más me gustaba, sobre todo cuando hacía de gangster malvado y psicopatilla, un papel que siempre bordó como nadie.
"El beso de la Muerte", su primera película, y una de mis favoritas, causó sensación en su día. Hubo una escena en concreto que conmocionó al público de entonces. En este film, encarna a un gangster lunático con una risita nerviosa muy peculiar. En un momento dado, anda buscando a un tipo al que quiere liquidar. Localiza su casa y entra como si fuera un amigo, pero allí sólo está la madre del individuo, una señora italiana mayor e inválida. Al ver que el hombre ha huído y que la mujer intenta encubrirlo, la ata a su silla de ruedas con un cable arrancado de la pared y la arroja por las escaleras... Nunca se había visto un villano tan cruel.
La escena de "El Beso de la Muerte"
Ese papel casi le valió un oscar, que al final no obtuvo. Nunca le dieron la estatuilla, y no porque no la mereciera. Entre sus grandes películas están: El Álamo, Pánico en las Calles, La Ley del Talión, Dos Cabalgan Juntos, Vencedores o Vencidos, Asesinato en el Orient Express... y cientos más. Seguro que la mayoría las habéis visto alguna vez en la tele.
Al igual que otros grandes del cine, Richard no se ha ido del todo: Nunca desaparecerá mientras sigamos disfrutando sus películas.
Cuando falleció en 2008 a la respetable edad de 93 años, ya retirado desde hacía tiempo, lo lamenté mucho; me gustaba saber que seguía viva una de las pocas leyendas que aún nos quedaban de la época de oro de Hollywood.
Hace sólo unos meses, compré una de sus grandes películas, editada en DVD: Lanza Rota; un western sobre cuatro hermanos tratados con mano dura por un padre tiránico. Cuando este muere, sus hijos terminan enfrentándose entre sí, dando rienda suelta a sus avaricias, viejos odios y envidias.
Él interpretaba al hermano mayor, aquel con el que el padre se ensañaba más.
Hubo un tiempo en que veía cualquier película en la que apareciese Widmark, dándome igual el tema o el papel que interpretase, porque era sinónimo de buenhacer, toda una garantía.
Richard nunca fue un ídolo ni una de esas grandes estrellas que todo el mundo menciona, pero su indiscutible calidad como actor le convirtió, desde el principio de su carrera, en alguien muy respetado. Más feo que pegarle a un padre con un calcetín sudado, pero con un físico muy peculiar, que explotaba en sus papeles, tenía mucho magnetismo, un gesto picarón y una gran habilidad para hacer a sus personajes creíbles, reales.
Nunca sobreactuaba para demostrar sus cualidades, por el contrario, todo resultaba muy natural, como si interpretar fuera tan facil como la vida misma. Es algo que siempre he admirado en los grandes artistas; su capacidad para hacer que lo difícil parezca sencillo. Por eso nunca me han gustado los actores histriónicos ni los cantantes que tienen que gritar para demostrar que tienen mucha voz.
Aunque fue un villano genial, no se encasilló, y supo encarnar también a todo tipo de individuos, desde los más crueles a los más íntegros. Lo hemos visto en cientos de pelis de guerra, en westerns y en films de cine negro. En estos viejos thrillers era donde más me gustaba, sobre todo cuando hacía de gangster malvado y psicopatilla, un papel que siempre bordó como nadie.
"El beso de la Muerte", su primera película, y una de mis favoritas, causó sensación en su día. Hubo una escena en concreto que conmocionó al público de entonces. En este film, encarna a un gangster lunático con una risita nerviosa muy peculiar. En un momento dado, anda buscando a un tipo al que quiere liquidar. Localiza su casa y entra como si fuera un amigo, pero allí sólo está la madre del individuo, una señora italiana mayor e inválida. Al ver que el hombre ha huído y que la mujer intenta encubrirlo, la ata a su silla de ruedas con un cable arrancado de la pared y la arroja por las escaleras... Nunca se había visto un villano tan cruel.
La escena de "El Beso de la Muerte"
Ese papel casi le valió un oscar, que al final no obtuvo. Nunca le dieron la estatuilla, y no porque no la mereciera. Entre sus grandes películas están: El Álamo, Pánico en las Calles, La Ley del Talión, Dos Cabalgan Juntos, Vencedores o Vencidos, Asesinato en el Orient Express... y cientos más. Seguro que la mayoría las habéis visto alguna vez en la tele.
Al igual que otros grandes del cine, Richard no se ha ido del todo: Nunca desaparecerá mientras sigamos disfrutando sus películas.
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